Los promotores de la Agenda 2030 andan proponiendo en Europa lo que llaman «Ciudades de 15 minutos» (en adelante C-15), como una fórmula para combatir el supuesto y falso Cambio Climático (al final del texto algo hablaremos de él, pero lo trataremos más intensamente en otro artículo). Ahora sigamos con las C-15. La izquierda, la progresía, la nueva izquierda dialogante y todos los profesos del globalismo, ven la propuesta como una innovación que facilitará en el futuro su lema: «no tendrás nada, y serás feliz».

        En esencia, dicen que se trata de que en 15 minutos andando o en bicicleta (¡anda que no hay diferencia de recorrido territorial entre los dos métodos de desplazamiento!), todo esté al alcance de la mano. Además, en los esquemas siempre ponen un punto central desde el que se cuentan los 15 minutos, pero parece lógico que para ir de un extremo a otro del gueto -perdón- del recinto C-15, la distancia se dobla ¿o no?

        Pero en el proyecto hay otro detalle que es esencial, y que los partidarios de las C-15 no dicen: que estaría prohibido salir de la zona acotada, salvo con permisos especiales. Se instalarían barreras en las salidas donde se controlaría a la gente, y se multaría al que saliera sin permiso, como ya se está haciendo en alguna ciudad inglesa y se pretende hacer en Las Rozas. Es, precisamente , esa característica la que convierte a las C-15 en guetos, en campos controlados, en zonas incompatibles con la libertad.

Ciudad 15 minutos: infierno comunista

        Esta característica, el control poblacional, es lo que constituye el objetivo fundamental del proyecto C-15, porque ya se ha comprobado con la pandemia, y otras medidas ilícitas en varios países y sobre todo en España, que es posible ese control con un adecuado tratamiento de los medios de comunicación, y que la mayoría de las personas no sólo traga sin el más mínimo análisis lógico, sino que, además, se convierten muchos de ellos en agentes acusadores de los disidentes. Y para conseguir mejor ese control y adecuación de mentes, es más fácil dominar a treinta o cuarenta mil habitantes, que son los que cabrían en ese espacio C-15, que a los más de cien mil, si no millones, de ciudades más grandes.

          Pero es que, además, ni siquiera es una innovación, porque ya existen ciudades tradicionales en las que se cumpliría esa condición. Un ejemplo lo podríamos ver en Soria capital, de 40.000 habitantes. Insertando su casco urbano de un cuadrado de 3 km. de Este a Oeste, y de 4 km. de Norte a Sur, nos da un área de 12 km2, que, a 15 km/h (velocidad media de una bici en ciudad), cumpliría con el modelo propuesto, en cuanto a territorialidad. Pero allí, todavía, tienen libertad para desplazarse cómo, cuándo, con qué y a dónde quieran. No es, pues, un ejemplo de C-15.

        Por otro lado, el proyecto C-15 deja muchas cosas de su desarrollo sin explicar, centrándose sólo en un bonito sueño imposible.

        Pensemos un poco.

        ¿Por qué las gentes de las ciudades pequeñas emigran a las grandes? ¿Quizá porque, por su extensión, hay más posibilidades de encontrar trabajo y más variedad de estos? No creo que los propietarios de los coches que llenan las carreteras periféricas de las ciudades cada mañana estén ahí por gusto. Será que no han encontrado trabajo cerca de su lugar de residencia. ¿Y ahora lo van a tener a 15 minutos en bici?

        Desde los años sesenta del pasado siglo, en Geografía Urbana se estudiaba que habían cambiado las clasificaciones de ciudades, considerando que la velocidad y facilidad de desplazamiento era lo que constituía el hinterland de una ciudad, es decir, lo que facilitaba la residencia expansiva e idónea de esa ciudad. Por eso las zonas residenciales actuales están fuera de los cascos urbanos, y los polígonos industriales también. Y en ellos se localizan las empresas que proporcionan trabajo.

        Con el proyecto C-15, todos los empleos que han encontrado los ciudadanos actuales  ¿se van a trasladar al interior de la zona acotada donde les ha tocado vivir?

        ¿Habrá una universidad en cada núcleo C-15?

        ¿Todos los centros comerciales y de ocio a los que ahora decidimos ir van a estar en nuestra C-15, sin posibilidad de ir a otros, salvo con permiso? 

        Las PYMES de fontanería, albañilería, instalaciones eléctricas, etc ¿sólo tendrán clientes en esos 12 km2?

        ¿Habrá un estadio de futbol-liga en cada C-15? ¿O un gran teatro de Ópera o de Música en cada una? ¿Habrá que pedir permiso para asistir a un concierto que está a quince kilómetros de la casa donde ahora se vive?

         ¿Habrá que pedirlo también para llegar a los grandes parques como el Retiro o la Casa de Campo de Madrid? ¿Y para salir a la montaña o la playa?

         Y, sobre todo ¿concederán permiso para ir de una C-15 a otra para manifestarse contundentemente contra las políticas arbitrarias del gobierno de turno?

        En el supuesto de que se acepte el gueto y la falta de libertad, piensen lo que ahora mismo supone hacer cualquier gestión, pongamos en ayuntamientos o Seguridad Social. Imaginen a continuación lo que sería pedir permiso para cualquier cosa que signifique un desplazamiento fuera de la C-15, para trabajar, asistir a un concierto o teatro de otra C-15, pasear por las calles comerciales o parques de la C-15 de al lado, ir a ver a sus hijos que viven en varias C-15 de los alrededores, etc, etc, etc. 

         Y piensen que, precisamente, toda esa inevitable solicitud de permisos acrecentará el poder administrativo en la misma proporción que hará decaer la libertad, que es la esencia de ser ciudadano y no súbdito.

        Como decíamos antes, el objetivo fundamental es el control de la población. Ya lo tienen con las matrículas de los coches, con los datos fiscales, con los móviles y los sistema digitales de pago (pagando en efectivo se evitaría, al menos, esto último), y andan trabajando en el control biométrico de la personas, alegando que es para seguimiento de delincuentes, pero ¿quién controlará a los controladores? ¿cómo se evitará que políticos poco escrupulosos utilicen ese control para fines inconfesables?

        Con ese dominio arbitrario y autoritario a grupos pequeños, los de las C-15, será fácil convencer a la población de qué hacer, dónde comprar, qué comer y cómo compartir su casa, si los dueños del cotarro así lo estiman.

         ¿Cuál es la excusa de los guetos?: la necesidad de no contaminar por el Cambio Climático. Y, precisamente por eso de los 15 minutos, es por lo que insisten en la supresión de los vehículos de combustión en 2035, a pesar de no estar desarrolladas ni las infraestructuras para ello, ni la generación eléctrica necesaria. Claro que, total, se va a poder ir andando o en bici, y no hará falta el coche. Para las castas sí, no confundamos.

         El Cambio Climático es una falsedad. Si cambian las condiciones medioambientales, podrían, por ejemplo, cambiar las corrientes marinas que condicionan el clima de países a los que bañan, Sólo ocurrirá que los beneficios de esas corrientes irán a otros países que ahora no las disfrutan, y su falta supondrá un problema -no una tragedia- para los que en estos momentos sí las tienen.

        De la falsedad de la incidencia humana también diremos algo a continuación.

        El asunto de la necesidad de los coches eléctricos es otro engaño para crédulos. La ANFAC (Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones) afirma que los coches de combustión actuales han reducido en un 86% las emisiones de NOx, y un 99% las de partículas, y seguirán perfeccionándose, por lo que la urgencia climática es mínima. También afirman que, actualmente, del parque de vehículos españoles con etiqueta de Tráfico (29.875.896 unidades), sólo el 2% es eléctrico.

        En otros países, Alemania por ejemplo, el parque de turismos (sin contar camiones, tractores, autobuses, etc) es, a uno de enero de 2023, de 48’8 millones. Y, para no ir país por país, diremos que en Europa circulan 246 millones de turismos.

       El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, afirmaba, el 10 de enero de 2023 que todos los españoles y el resto de los europeos somos imbéciles. No lo dijo exactamente así, pero se ve que lo suponía, porque aseguraba que:

        A) “Se prevé que en 2050 el 70% de los coches del parque mundial serán aún de combustión”. Es decir, que 15 años después de que hayan obligado a que no se fabriquen en Europa, el 70% de los coches mundiales seguirán contaminando (se ve que, si no están en Europa, ya no contaminan, porque la atmósfera de la Tierra, por ahí fuera, es distinta). Además, remacha que no se preocupen los fabricantes europeos de coches de combustión, porque “podrán seguir fabricándolos para exportarlos a un mercado creciente de 3.000 millones de africanos”. Como digo, en África ya no contaminan ni influyen en el Cambio Climático.

        B) Pero aún continuaba con su consideración de estupidez de españoles y resto de europeos, cuando decía que lo de los coches eléctricos no será problema, porque para 2030 estarán instalados 8 millones de puntos de recarga en toda Europa. ¿Sabrá este hombre que, como hemos dicho antes, el parque europeo es de 246 millones sólo de turismos? Suponiendo que todos los propietarios europeos de coches de combustión pudieran costear los carísimos coches eléctricos, ¿qué significarían esos 8 millones de puesto de recarga para ese parque automovilístico (sin contar camiones, ya digo)?

        ¡Ah, claro!   ¡Para 2030 los europeos estarán confinados en las C-15, sin poder salir salvo permisos, y con una bicicleta tendrán bastante!  ¡Acabáramos!  Entonces quizá los puestos de recarga sí serán suficientes para los poderosos que puedan tener los coches eléctricos, e influencia para solventar los permisos de viajes largos.

       Continuando con lo del CCPT (Cambio Climático Para Tontos), el Falcon de Sánchez gastó en el último viaje Granada-Madrid el equivalente a 300 coches diésel por el mismo trayecto (OK Diario). ¿Calculamos lo que gastan los aviones de los miembros del Club Bilderberg, Foro de Davos y otras reuniones climatopreocupadas? ¿A cuántos coches diésel equivaldrán? Pero vosotros, partidarios del CCPT, ¡a callar, a cumplir, y a seguir votando a los del redondelito coloreado de la Agenda 2030!

        ¿Y los aviones militares de todos los países? ¿Y los vuelos regulares de todas las compañías? ¿y los barcos de guerra? ¿y los inmensos cruceros de pasajeros? ¿Y los todavía más costosos gigantes de transporte de contenedores? ¿Todos van a ser eléctricos y no contaminarán? ¡Amosanda, que dicen en mi tierra! Lo que digo yo: el CCPT.

        Me dejaba en el tintero (valga la arcaica expresión) lo más contaminante del mundo, y que todos los mandamases cambioclimáticos están dispuestos a continuar a toda costa: la guerra.

        Dejemos aparte su coste de vidas humanas, porque merece más consideración que un apartado sarcástico como este del CCPT y las C-15.

        Ya para terminar, una reflexión personal:  ¡Menudo futuro se presenta para las generaciones venideras, ya convertidas en súbditos y vasallos silenciosos convencidos. No tendrán libertad… y tampoco serán felices.

 

                                                                         Alfredo Vílchez,  14 de marzo de 2023