No hay ya palabra despectiva en el diccionario que no pueda aplicarse al Sánchez. Sí, “al Sánchez”, poniéndole delante ese artículo peyorativo con el que, al menos en mi tierra, se rebaja hasta la “altura del pecho de un lagarto”, que dijo uno, la dignidad de un personaje y la importancia que se le da en la locución con la que se le refiere.
En fin, el Sánchez, no contento con haber utilizado una convocatoria de elecciones como su primer mitin electoral, y la tribuna de una institución de todos como la Presidencia del Gobierno para atacar a los españoles que no sean de su cuerda, está dispuesto a seguir utilizando esa posición de poder para lanzar al aire promesas que sabe imposibles de cumplir, pero que sirven de forraje para quienes las crean.
Cada vez que el Sánchez hace o dice algo se me viene a la cabeza la palabra “cacique”, y con esto de los “viernes sociales” que dice la ministra, con referencia a lo que puedan prometer y prometan en los Consejos de Ministros que les resten, se me agranda aún más el término ¡¡¡Cacique!!! ahora añadido con admiraciones (tipográficas sólo, no vayan a pensar mal).
Por si acaso estoy exagerando, miro en el diccionario de la RAE, y allí dice que es “persona que en una colectividad o grupo ejerce poder abusivo”, y veo que no estoy equivocado, porque el Sánchez abusa de su tribuna y quiere usar para su propaganda el decreto-ley que sólo está hecho para situaciones excepcionales.
El objetivo es algo en lo que ya tiene mucha práctica y en lo que el Sánchez sí que es doctor: la creación de redes clientelares que hagan imposible el triunfo de cualquier renovación u oposición, sea quien sea el jerifalte y haga lo que haga.
La cosa viene de antiguo, cierto es. Se practicó mucho durante la Restauración, en la que el cacique, personaje local o provincial todopoderoso, garantizaba unas actitudes electorales sumisas a la fuente del poder mediante dádivas (se llegó a pagar un duro –cinco pesetas- por voto) o con amenazas de lo que podría pasar si no se le hacía caso.
¿No es lo mismo que ocurrió en Andalucía? ¿No es lo mismo que pretende este Sánchez con lanzar al vuelo unas campanas que marquen hacia donde deben ir los que busquen el camino correcto?