Tras el asentamiento de los invasores germánicos del Imperio Romano, lo que se ha llamado Edad Media comienza a gestarse sobre un pacto entre la gente que trabaja y la que puede darles protección. Es la Servidumbre. Luego, los detentadores de la fuerza, los señores, irán pasando de ese pacto de defensa al control total de la vida de sus siervos. Pero esos detentadores de señoríos reconocen la fuerza de otros más poderosos, y se someten a estos últimos mediante el vasallaje. Nace así el feudalismo. La situación actual se le parece como una gota de agua a otra: pueblos cuya decisión crea gobernantes para que actúen en beneficio de esos pueblos, pero que, una vez elegidos, se olvidan de sus electores y prefieren ser vasallos de unidades supranacionales (por ejemplo, la Unión Europea) que, a su vez lo son de Organizaciones mundiales (por ejemplo, la OMS) que trabajan bajo la tutela de emperadores que detentan el auténtico poder: el económico.
La base del poder sigue siendo siempre la servidumbre, es decir, el trabajo de los siervos. Y el desarrollo del poder es el control total de los señores, en sus distintos grados. Son pretensiones suyas para nuestro futuro.
En estas líneas pondremos un poco de nuestra parte para dejar claro lo que quieren. Por un lado, porque las referencias legales se bastan a sí mismas para que un ciudadano que no esté ciego sepa leer su porvenir. Y, por otra, porque hay textos suficientemente explícitos como para no tener que añadirles nada más.

En el artículo anterior ya dejamos constancia del experimento de control total que significan las C15 (ciudades 15 minutos). El argumento para implementarlas es el beneficio para el ciudadano. Como aquello del pacto trabajo/defensa de que hablamos al principio, y que sabemos como terminó.
Y con esa misma falacia apoyan sus pretensiones de establecer que sólo los señores feudales -perdón, los ricos- puedan tener acceso al alto precio que significará lo que resulte de la prohibición total de los hidrocarburos. Ya hemos hablado de los coches eléctricos, carísimos y con infraestructura de utilización sólo eficiente para unos pocos. Ahora pretenden lo mismo con la calefacción de las viviendas, porque, a causa del “conveniente” cambio climático, consideran que son responsables del 36% de la emisión de los gases invernadero, y tendrán que adaptarse para conseguir al menos la clasificación energética E en 2030, y la D en 2033 (aunque lo deseable será la A, cero emisiones). Ya pueden imaginarse, pensando en lo que está ocurriendo con los coches, los gastos a que van a obligar a quienes ahora se calientan con gasoil o gas, que son la inmensa mayoría de las gentes.
Pero no quedan ahí los proyectos. Dado lo bien que les salió aquello de confinarnos, enmascararnos y vacunarnos, ahora quieren convertir aquel Pasaporte Covid en Certificado Digital Sanitario,  sólo para los datos relativos a las vacunas y a los inyectados con ellas (a pesar de estar más que demostrado que los vacunados contagian, las mascarillas no protegen, y las «vacunas» tienen graves efectos adversos). Posteriormente se incluirán en él todos los datos sanitarios, con lo que se habrá perdido la intimidad y soberanía personal de estos, como se deduce del artículo.1 del Anteproyecto de Ley de Creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, donde se dice: “Todas las Administraciones Públicas, instituciones y organismos del sector público y privado, así como las personas físicas o jurídicas estarán obligadas a suministrar los datos necesarios para llevar a cabo el cumplimiento de los fines recogidos en el artículo 2”. Es decir, lo que el Estado quiera saber, con lo que éste podrá determinar qué medicinas deberán ser obligatorias, quiénes cumplen o no con lo legislado, e incluso, llegado al caso, quiénes son demasiado costosos para el Estado por su enfermedad y deberán ser sujetos de la Ley de Eutanasia que ya ha sido aprobada. Todos los datos estarán reflejados en papel o en un código QR que podrá serle exigido al ciudadano cuando y donde la autoridad lo considere necesario (quizá incluso para adquirir alimentos). Estos datos se proporcionarán a la HERA (Autoridad de Respuesta Sanitaria Europea), y esta los comunicará a la OMS, que, como todos saben, está financiada por fondos privados (Bill Gates fundamentalmente).

        Añadamos a todo esto los avances en Reconocimiento Facial y control biométrico, que posibilitarán la observación de todos los ciudadanos, y empezaremos a tener conciencia de ser realmente siervos del poder político, como ya está ocurriendo en China desde 2020, utilizando ese control para establecer quienes son buenos o malos ciudadanos, quienes tienen derecho a una vivienda mejor en función de su fidelidad, e incluso quienes pueden viajar en avión o no.
Para abundar en el panorama, hay que considerar la supresión del dinero físico con la creación por los bancos centrales del dinero digital, las CBDC, y así iremos teniendo más claro lo que dejaremos de ser bien pronto. En este caso, como en los demás, también se justifica por un beneficio al siervo, aún ciudadano: el control de la delincuencia. Priorizando el pago en efectivo se puede luchar contra esta imposición. En China llegan planean incluso poner caducidad al dinero digital que el Estado controla a los individuos; es decir, que si no lo gastan será porque no lo necesitan, y desaparecerá de su cuenta. Corto se quedaba Orwell.
Por si fuera poco, en julio de 2021 la empresa neoyorquina Synchrom recibió la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para probar su chip cerebral en humanos, y, desde diciembre de 2022, Neuralink, una empresa de Elon Musk, está esperando que le autoricen para implantar en el cráneo un semiconductor que permitirá la conexión del cerebro con un ordenador, vía Bluetooh.
 Más medios aún para tener totalmente controlado, sumiso e impotente a cualquier persona de la Tierra. El auténtico Globalismo. El objetivo de la Agenda 2030. La Ideología de Género. El comunismo actualizado. La desaparición del individuo.
Y todo ello inmensamente más fácil en la reducida población controlada de las Ciudades 15 Minutos.

 

 

                                                              Alfredo Vílchez, 22 de marzo de 2023

Como resumen de casi todo lo dicho, incluimos a continuación una parte del texto del reciente artículo «No es Agenda 2030. Es Agenda 2023«, y su enlace, para leerlo entero, cosa altamente recomendable (Está en inglés, pero a la izquierda, junto al título, hay una opción de traducción).

«Sabemos que los servicios de inteligencia globalistas se han asociado con la gran tecnología para construirnos una prisión digital para sólo poder emplear las monedas digitales del Banco Central, controladas por ellos.
Sabemos que buscan controlar nuestra genética a través de la vacunación, nuestro dinero a través de las CBDC, nuestra huella de carbono a través de la falsedad del cambio climático, y nuestro movimiento por las ciudades de 15 minutos.
El plan según Bill Gates es que aquellos que no cumplan serán “excluidos” [Eufemismo que se puede traducir por “muertos civilmente”]. Se les dejará vivir su vida sin medios para pagar ninguna factura o comprar o vender nada por dinero. Les robarán cada centavo que hayan ganado, si no cumplen.
Los que cumplan se verán obligados a colaborar con esta nueva segregación y exclusión como esclavos globalistas. Los que se nieguen serán reclusos en un campo de concentración sin instalaciones, gestionado por los que cumplen y colaboran.
Esta será una repetición mundial de los campos de concentración de la Alemania nazi, de la que los globalistas no han aprendido absolutamente nada. De hecho, ya existen varios elementos clave del holocausto. El Proyecto Prisión Digital está muy avanzado, como señala Fat Emperor en Twitter:
        Pasaportes de salud implementados.
        Libertades civiles suspendidas.
        Creación de dos clases de ciudadanos.
        Obligación de aislamiento a personas sanas.
        Limitación de asistencia a cines y restaurantes.
        Imposición a las personas a someterse a intervenciones médicas no deseadas.
        Utilización de los medios de comunicación para controlar la opinión pública.
        Obligación a ciertos grupos demográficos a abandonar sus profesiones.
Cada uno de los principios de la moralidad globalista es un engaño. No tienen ningún interés en los derechos de las minorías étnicas. No tienen ningún interés en los derechos de hombres o mujeres o niños o padres o personas alfabéticas o personas pronombre. No les interesa ni la derecha ni la izquierda. No tienen interés en la ley ni en ningún derecho de nadie más que ellos mismos. Cada frase que pronuncian es propaganda de guerra diseñada para ayudarles a lograr su objetivo: ser nuestro esclavo o morir.
Están destruyendo deliberadamente las economías occidentales con el pretexto de la protección de Covid.
Están debilitando deliberadamente a los militares occidentales con el pretexto de la inclusión sexual y la inclusión étnica.
Están destruyendo deliberadamente la autoridad familiar con el pretexto de que el estado es mejor padre que tú.

Están destruyendo deliberadamente la agricultura y los suministros de alimentos con el pretexto de emisiones cero.
Están destruyendo deliberadamente la legalidad en las ciudades, con el pretexto de una vigilancia policial más sensible desde el punto de vista racial, para hacernos a todos menos seguros.
Están destruyendo y armando deliberadamente la medicina y la atención médica en todo el mundo, con el pretexto de protocolos controlados por comités de expertos, y crean procedimientos administrativos para destruir nuestra autosuficiencia y nuestra independencia.
La Estrella de la Muerte está totalmente operativa, y todos están obligados a unirse al Imperio, o ser excluidos.»