El proyecto de reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana es, ciertamente, otro clavo en el ataúd de España.

Al desastre económico que mantiene miles de parados, aunque a muchos de ellos les llamen “fijos discontinuos”.

A la insaciable voracidad impositiva que arruina a personas y empresas, manteniendo además una inflación desbocada para recaudar más.

A la ocupación de las instituciones del Estado como la Fiscalía o el Tribunal Constitucional, que hacen posible cualquier arbitrariedad jurídica (lo que también ocasiona el asentamiento exterior de empresas).

A la alteración de Códigos Legislativos para adaptar las leyes a los delincuentes siempre que estos sean de la cuerda del Gobierno, aunque también lo aprovechen los comunes.

A la calamidad de la ley “SiSi” y las soeces manifestaciones de sus gestadoras, que no sólo cuentan en público opiniones y descripciones groseras, sino que incluso caen en el bestialismo disculpando la zoofilia.

A la catástrofe personal de la ley “Trans” que fomenta la irreversible mutilación de menores desde edades en las que no se les permite votar, y sumerge a los padres en la impotencia más absoluta.

A unas leyes que legitiman cientos de miles de asesinatos, considerando que un ser humano no lo es hasta que nace (y, a veces, ni siquiera nacido), mientras que un huevo no se puede tocar porque ya tiene dentro un ser vivo, o prohíben matar una rata.

Al fomento de la okupación de viviendas, dando más valor al delincuente que a los elementos probatorios de la propiedad por parte del titular del inmueble.

A la esquizofrenia que produce la indefensión en el ciudadano al que se le impide la legítima defensa bajo amenaza de juicio y prisión.

A la desgracia de una ley de educación que fomenta el cerrilismo, la ignorancia y la inutilidad del esfuerzo, cuando no el adoctrinamiento puro y duro, buscando la creación de individuos sin capacidad de análisis, y, en suma, sin libertad de decisión.

A todo ello, y a mucho más que no añado por no alargar, se une ahora el Proyecto de reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, aberración de principio a fin que:

1-Hace desaparecer la presunción de veracidad de los agentes de la autoridad, por lo que su testimonio tendrá el mismo valor que el del delincuente.

2-Maniata a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado negándoles el material antidisturbios necesario para solucionar sucesos de violencia (por ejemplo, se suprimen las pelotas de goma)

3-Impide que los agentes puedan llevar a cabo registros corporales, por lo que no podrán comprobar si el sospechoso lleva armas o no.

4-Obliga a los agentes a volver a llevar, como si de taxistas se tratase, al detenido al lugar de su detención, una vez comprobada su identidad y finalizada su declaración en dependencias policiales.

5-Veta la acción policial frente a manifestaciones que se lleven a cabo sin permiso o sin comunicación previa, por considerarlas infracción leve.

6-Permite que se grabe a la policía y se distribuyan luego las imágenes, facilitando con ello la descontextualización de las grabaciones y la criminalización de los agentes.

7-Adecúa las posibles multas de la acción violenta a los ingresos del multado (no, las de tráfico o aparcamiento no), lo que constituye un ataque a la igualdad de todos ante la ley.

8-Despenaliza la resistencia pasiva, paralizando la acción policial, por lo que cuatro sentados en una calle podrán bloquearla y no ser retirados, mientras que a los cientos de ciudadanos bloqueados no les quedará más que aguantarse.

9-Deja sin sanción la falta de respeto y la desobediencia a los agentes.

10-Prohibe el rechazo en las fronteras a los inmigrantes ilegales, que deberán ser aceptados nada más llegar, dejando para luego su posible devolución (no especifica en qué recinto, ciudad o región se van a cumular los millones de estos visitantes que nos lleguen).

Como decía al principio, otro clavo en ataúd de España, un país deshecho por un gobierno absurdo, prevaricador, inútil… o quizá agente de un plan previsto de reducción de una sociedad activa y libre en un redil.

Y mientras, senadores y diputados de la izquierda aprueban y aplauden como focas cada vez que se plantean estos desaguisados, y votantes de izquierdas haciendo lo mismo, como si a ellos no les fuese a afectar lo de los demás. Y senadores y diputados y votantes del Partido Popular van pensando en mantener la mayoría de los disparates.

¡Menudo futuro… si llega a haberlo!

Alfredo Vílchez     3 de marzo de 2023