Quizá le parezca que exagero, don Alberto, y que debería decir que el peligro para España es Sánchez. Pero el auténtico causante del drama que hoy aflige al país es usted, porque todos sabíamos, menos usted y sus consejeros, que en la campaña electoral los votos de Vox valían mucho más que los que su partido pudiera conseguir procedentes de la formación de Abascal. Su vocerío deslegitimador tuvo éxito, y usted se quedó sin los votos que hubieran evitado que Sánchez hiciera lo que ahora hace.
Sánchez está condicionado por su ambición, pero le va muy bien. Usted está acomplejado por sus indecisiones, por su falta de una idea-fuerza que le guíe a usted y a sus “barones” autonómicos, y así vimos el espectáculo de la señora Guardiola en Extremadura afirmando una cosa y la contraria con pocos días de diferencia. O al señor Moreno Bonilla en Andalucía, al que, lo primero que se ocurre cuando se entera del favorecimiento con quince mil millones a Cataluña, es que se los perdonen a él también, en vez de clamar por la ruptura de España que supone cuanto está cediendo el tirano para perpetuarse.
No hacen falta más ejemplos. La una con sus rectificaciones; el otro con su principal preocupación, lo mío, y su secesionismo larvado, como el suyo en Galicia. España no cuenta para ninguno de ellos dos. Es suficiente con este par de patrones para definir la gestión política de usted para este país. Hasta ahora al menos.
Quiere tener éxito a toda costa, pero no se da cuenta de que, para ello, en las actuales circunstancias, hay que actuar de forma firme, drástica y efectiva, no con medias tintas, contemporizaciones y proclamas de bondad.
Lo decía bien claro hace un par de días Cayetana Álvarez de Toledo en una entrevista de la Cop, minuto 16’44: “La oposición [a Sánchez] tiene que ser inteligente, adulta, integradora e implacable”. No juzgo que usted sea adulto e inteligente, pero evidentemente no es integrador, y mucho menos, implacable.
No se atreve con Pedro Sánchez, y aguanta sus continuos desplantes, como si, haciéndole ver lo cabal que es usted, el psicópata vaya a permitirle cancha política.
Qué puede esperar España de un “lider” que no reacciona después de ver que, en la moción de censura, el déspota le desprecia enviándole un monosabio para que le grite, en vez de ir él.
Qué puede esperar España de alguien que no se indigna cuando, en la sesión de investidura, el autócrata se burla de él riéndose a carcajadas durante tres minutos, y que, además, una vez culminado el golpe institucional, le felicita y le dice dos frases terribles: la de “Esto es una equivocación”, que, sin duda, hizo temblar a Sánchez, y la de “Cuando el independentismo le falle, no me busque”, que suena más a la queja del enamorado al que le abandona la novia.
Para frenar un Golpe de Estado institucional, hay que buscar otros cauces más audaces que declarar que no apoyará una huelga general contra Sánchez si no la convocan UGT y Comisiones, los sindicatos que se alimentan de la izquierda que se debe combatir. Claro que el ya citado Moreno Bonilla tiene previstos dos millones de euros para esos mismos sindicatos. ¿Será por ver si le apoyan? ¿Será por esperar que el lobo de Caperucita se vuelva el lobito bueno de la vieja canción?
Su partido tiene mayoría absoluta en el Senado y podría retrasar la ley de amnistía de forma suficiente como para que los aliados del autócrata empiecen a exigirle cumplimientos, pero anda jugueteando un día con que no lo va a hacer, y otro con que quizás lo haga.
En realidad, sus indecisiones son porque usted le teme a Sánchez como el colegial indeciso teme que el cabecilla del patio lo quite el bocadillo, porque se siente incapaz de impedirlo, y porque, en el fondo, admira su capacidad de dominio. Alguien de su partido dijo, también hace poco, que habían tenido suerte de que usted se decantara por el PP antes de que se lo hubiera llevado el PSOE. Ese puede que sea su problema… y el de los españoles.
Y usted teme a Abascal por razones parecidas, y, porque, además, tiene esa actitud decidida e implacable —Cayetana dixit— que le hace decir al pan, pan, y al vino, vino, sin tener que pedir permiso al sátrapa Sánchez ni a los medios de comunicación y muestreo subvencionados. Por eso tampoco es usted integrador —por seguir con Cayetana—, sino que en cuanto puede vuelve a atacar a quien le está tendiendo permanentemente la mano y tiene como objetivo el bien de España por encima del puro partidismo.
Imagino lo mal que, al respecto, debe de haberle sentado la recientísima entrevista de Tucker Carlson a Abascal,y los más de ocho millones de visualizaciones de esta, en la que, además, Carlson le llama “líder de la oposición”.
Quiero terminar estás líneas volviendo a la afirmación inicial de que usted es el auténtico peligro para la España de hoy, porque Sánchez ya es una tragedia, y, frente a la adversidad sólo puede oponerse la esperanza. Pero con sus devaneos, inseguridades y descalificaciones a quienes son sus aliados naturales para resistir este infortunio, está haciendo imposible esa esperanza.
Sea integrador e implacable.
Alfredo Vílchez
Blog: alfredo.vonvilchez.com