El pasado domingo, 31 de julio, El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, se lanzó al alarmismo más furibundo afirmando que “La era del calentamiento global se ha terminado; ha llegado la era de la ebullición global. Es decir, que estamos ya en la temperatura de la olla en que la rana está a punto de hervirse sin darse cuenta. Y dice también que la Comunidad Científica ha alertado de que el recién pasado julio de 2023 ha sido el más caluroso de los últimos … 1.200 años, es decir, desde el mítico año 1000 en que Almanzor acababa de saquear Santiago de Compostela, y justo en el año en que Brian Fagan y otros investigadores sitúan el comienzo del llamado “Optimo Cálido Medieval”, que llegó a alcanzar 1’5º más que la media del siglo XX en Europa.

Y, cuando Guterres habla de la Comunidad Científica ¿a qué Comunidad Científica se refiere? Porque hay otra que dice lo contrario, y ha publicado un informe firmado por 1.500 científicos, algunos de ellos premio Nobel, asegurando la no existencia de esa emergencia climática, (“Word Climate Declaration. There is no Climate Emergency”), traducido y comentado recientemente en prensa.

Sobre esa Comunidad Científica asesora, Andy May, el autor del artículo que constituye el núcleo de este escrito, en otro artículo de su blog,que titula “Política y Cambio Climático”, incluye la imagen de la izquierda, que es mucho más descriptiva que muchos comentarios.

En su afán de alarmarnos, Guterres ha afirmado que pasó la era del calentamiento, olvidando que el término “calentamiento” fue el usado por los globalistas hasta que se dieron cuenta de que era mucho más impreciso, y, por tanto, mucho menos rebatible, la expresión “Cambio Climático”, porque el cambio existe, aunque lo que se ponga en duda es que la causa sean los seres humanos.

La Naturaleza, que no tiene conexión directa con la ONU, se hizo notar en abril de 2020 con la erupción del volcán Anak Krakatoa, en Indonesia, y en enero de 2022 con la erupción del volcán submarino Hunga Tonga, del reino insular pacífico de Tonga, sobre cuya actividad la misma NASA advirtió que la enorme cantidad de vapor de agua lanzada a la estratosfera por la explosión, podría calentar la atmósfera durante los próximos cinco años, y Guterres, que conocía perfectamente los sucedido, habla de “ebullición”, aprovechando la anomalía de las dos erupciones citadas y ese calentamiento accidental y temporal de que informa la NASA,  para asustar a los no informados, como vienen haciendo desde la COP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), patrocinadora de la Agenda 2030.

De la precisión de los “expertos climáticos” que asesoran a las instituciones globalistas es buena muestra la noticia que leo en los periódicos de hoy, 2 de agosto de 2023, de que esos “expertos” aconsejan ahora talar los bosques para acabar con los incendios. ¿Ya no es importante que el CO2 sea el principal alimento de esos bosques y de toda la vida verde, incluidos los cultivos para la alimentación del hombre? ¿Ya han olvidado que el consumo vegetal del CO2 es la mejor forma de combatir su exceso, por lo que, al revés de los que opinan los “expertos”, habría que reforestar en vez de talar? ¿O es que prima la necesidad de los globalistas (que dejamos patente en nuestro artículo de 3 de julio), que pedían que se expropiaran tierras para dárselas a sus corporaciones globalistas, porque, con los medios de captación solar actuales, no tendrían suficiente para abastecer a la población…que quedara después de pandemias y eutanasias? ¿no estarán precisamente en esa necesidad de expansión el origen de las políticas de no limpieza de bosques que causan los incendios (y dejan espacio para las placas solares)? ¿Hacen falta más tierras, aparte de las quemadas, por lo que ahora se pide que se acelere el proceso talando bosques?

En fin, nos estamos apartando del objeto principal de esta entrada, que es el artículo de Andy May. Vamos a ello.

 

2022, séptimo año más cálido: el calentamiento se ralentiza
Publicación de Javier Vinós, republicada del blog climático de Andy May

 

Ninguna persona mínimamente informada niega que el clima cambie. El clima siempre ha cambiado. Desde 1860 el cambio climático predominante ha sido el calentamiento, lo cual es una suerte porque si tuviéramos un invierno como los de 1800-1850, nos llevaríamos un susto.

Nadie ha podido demostrar que el calentamiento global sea principalmente una consecuencia de nuestras emisiones. Es razonable suponer que el aumento de CO2 ha contribuido al calentamiento desde mediados del siglo XX cuando nuestras emisiones de CO2 aumentaron significativamente, pero nadie sabe cuánto han contribuido, sin importar cuánto insista el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) en que “los humanos son la causa dominante del calentamiento global observado en las últimas décadas”.

No hay evidencia para esta afirmación. Lo sé porque he leído miles de artículos científicos buscándolo. Y no, los modelos informáticos no son evidencia de nada más que de las habilidades de programación de sus autores. Los modelos y sus predicciones cambian constantemente y cuando nuestro conocimiento del clima cambia, deben rehacerse.

 La falta absoluta de evidencia contrasta marcadamente con la decisión de reducir nuestras emisiones de CO2 a cero cambiando por completo nuestro sistema de energía basado en combustibles fósiles y llamando al CO2 un contaminante, cuando es tan esencial para la vida como el oxígeno. Todo esto mientras a la mayor parte del mundo le importan un comino las emisiones y muchos solo están a bordo por el dinero prometido.

Para llegar a las buenas noticias sobre el calentamiento global, debemos observar las variaciones en la tasa de calentamiento global, es decir, la velocidad del calentamiento. Hoy vamos a utilizar datos de temperatura global calculados por satélite de la Universidad de Alabama en Huntsville, UAH 6.0.

Se representa en la siguiente Figura 1

Figura 1- Datos satelitales de anomalías de la temperatura global en °C relativos a la media de 1991 a 2020. En verde la tendencia lineal de la serie (+0,13  C/década) y en azul la tendencia lineal desde 2016

Como podemos ver, la tendencia de la temperatura desciende desde 2016, por lo que 2022 es el séptimo año más cálido. Desde hace 7 años el planeta se ha estado enfriando. ¿Significa eso que el calentamiento ha terminado? No, son frecuentes en el registro periodos de 7 años de enfriamiento, habiendo 8 de ellos desde 1979, y el calentamiento continúa. Pero solo hay un período de más de 15 años de enfriamiento, de 1998 a 2014, que aparece en el registro de los últimos 45 años. Se conoce como la “Pausa”.

Para analizar la evolución de la tasa de calentamiento, restamos de cada dato mensual el anterior para calcular el incremento mensual. Luego desestacionalizamos el aumento mensual al encontrar el promedio móvil de 12 meses para eliminar gran parte del ruido. Finalmente, calculamos la tasa de calentamiento promedio de 15 años en °C/década calculando el promedio móvil de 180 meses y multiplicando los datos resultantes por 120.

Figura 2. Evolución de la tasa de calentamiento para periodos de 15 años entre 1979 y 2022 en °C/década y su tendencia lineal, a partir de datos mensuales de temperatura satelital UAH 6.0.

Cada punto de la curva de la Figura 2 es la tasa de calentamiento de los 15 años anteriores a ese mes. La Pausa aparece de forma destacada como el único periodo con tasa negativa. Para que el período de enfriamiento actual aparezca en ese gráfico con una tasa negativa, sería necesario que la temperatura global se mantuviera por debajo del nivel de 2016 a finales de 2030.

Pero la buena noticia que nadie nos dice es que el calentamiento global se está desacelerando. La tasa de 15 años fue muy alta desde mediados de la década de 1980 hasta finales de la de 1990, alcanzando 0,35 °C/década. El promedio durante todo el período de registros satelitales es de 1,3 °C por siglo o 0,13 °C/década, pero la tendencia a largo plazo ha caído de 1,6 °C/siglo a 1 °C/siglo en la actualidad. El período de enfriamiento actual está contribuyendo a esta disminución en la tasa de calentamiento a largo plazo.

Esta buena noticia no nos la cuentan, en primer lugar, porque ha ocurrido sin hacer nada para reducir nuestras emisiones globales de CO2, lo que pone en entredicho la imperiosa necesidad de hacer un gran esfuerzo para reducirlas.

En segundo lugar, no recibimos estas «buenas» noticias porque la reducción en la tasa de calentamiento se ha producido mientras que la tasa de aumento del CO2 atmosférico se está acelerando, como se muestra en la Figura 3. Los datos de la NOAA ya se han desestacionalizado, por lo que omitimos Este paso. Seguimos el mismo proceso para el mismo período (1979-2022) que para el gráfico de la Figura 2.

Figura 3. Evolución de la tasa de incremento de CO2 por periodos de 15 años entre 1979 y 2022 en ppm/década y su tendencia lineal, a partir de CO2 mensual desestacionalizado.

El problema con la teoría del calentamiento antropogénico es que mientras la tasa de calentamiento se está desacelerando, la tasa de cambio del CO2 atmosférico está aumentando constantemente, y en el mismo período ha pasado de crecer 14 partes por millón (ppm) por década a 23,5 ppm/década. En otras palabras, su tasa de crecimiento casi se ha duplicado.

De acuerdo con la teoría del cambio climático de los gases de efecto invernadero, no es posible que el calentamiento disminuya mientras el CO2 se acelera fuertemente. La consecuencia del aumento de CO2 sobre el efecto invernadero es bien conocida. Cada molécula adicional intercepta la radiación infrarroja, elevando la altura media de emisión desde la atmósfera y requiriendo un aumento de la temperatura superficial para que el planeta mantenga su equilibrio radiativo, es decir, irradie una energía equivalente a la que recibe de la radiación solar. La teoría no permite que el calentamiento global disminuya con la aceleración de las emisiones de CO2.

La teoría es incorrecta o incompleta. Hay cosas fundamentales sobre el cambio climático que no entendemos, que son capaces de compensar, cancelar e incluso revertir el efecto del aumento de CO2 en la temperatura. Ya he propuesto una alternativa, que no es considerada por el IPCC, en la hipótesis Winter Gatekeeper, basada en cambios en el transporte de energía hacia los polos.

En tercer lugar, no nos bombardean a diario con la buena noticia de que el calentamiento global se está desacelerando porque los modelos predicen justo lo contrario, lo que indica que a pesar de costar una fortuna estos modelos no sirven para nada. El 5º Proyecto de Intercomparación de Modelos Acoplados (CMIP5) ya estaba proyectando un mayor calentamiento para el período 2006-2022 de lo que se ha observado. Para consternación de los climatólogos (Voosen 2022), los cambios introducidos en los modelos de la CMIP6 hacen que se proyecte mucho más calentamiento, por lo que han decidido que, en lugar de promediar todos los modelos como se hizo en la CMIP5, solo se deben promediar los más fríos. Aun así, la desviación entre los modelos y la realidad se hace más insoportable cada año que pasa (Figura 4).

Figura 4. En azul están los datos de anomalía de temperatura UAH 6.0, en rojo está la proyección media de CMIP5 y en verde está la proyección media de CMIP6. La temperatura real ya está más de un grado por debajo de lo que predice la CMIP6.

Otras buenas noticias climáticas 

2022 ha estado lleno de más buenas noticias climáticas de las que no hemos oído hablar.

 En septiembre, el hielo marino alcanzó una extensión mínima de 4,87 millones de kilómetros cuadrados en el Ártico. Esto es más alto que el de 2007, lo que significa que la tendencia del hielo marino en el verano del Ártico es cero durante los últimos 16 años (Figura 5). Nos dijeron hasta la saciedad que el Ártico se estaba derritiendo, y Greenpeace lo usó para recaudar dinero de los incautos. Dinero bien intencionado que utilizó, entre otras cosas, para mantener el alto estilo de vida de sus ejecutivos. El Ártico se derritió significativamente entre 1990 y 2007, pero no lo ha hecho en los últimos 16 años, y no creo que sea por el dinero que se le dio a Greenpeace.

Figura 5. Extensión media del hielo marino del Ártico en el mes de septiembre entre 2007 y 2022 con una tendencia lineal.

Con datos disponibles hasta septiembre, el nivel del mar ha subido solo 2 milímetros en los primeros 9 meses del año. Continúa la tendencia decreciente del aumento del nivel del mar en los últimos 10 años (Figura 6). Esto indica que el aumento del nivel del mar probablemente esté relacionado con el aumento de la temperatura, lo cual es lógico. Por lo tanto, los modelos de aumento del nivel del mar son al menos tan erróneos como los modelos de temperatura, y esas cifras de aumento del nivel del mar de un metro o más con las que los medios intentan asustarnos son ridículas.

Figura 6. Aumento medio anual del nivel del mar en mm/año y su tendencia lineal entre 2012 y 2022. Datos de la NASA hasta septiembre de 2022

Hay que decir que los satélites miden una tasa de aumento del nivel del mar que es aproximadamente el doble de la registrada por los mareógrafos costeros. O el mar está subiendo más en el centro que en las costas, o hay un problema en medir la subida del nivel del mar al centro de la Tierra que no tiene en cuenta lo que está pasando en el fondo de los océanos.

En cualquier caso, la irrisoria subida del nivel del mar sólo es un problema en zonas donde hay hundimientos por acción humana, por extracción de aguas subterráneas o excesiva construcción costera. Como ejemplo de la inexistencia de un problema grave aquí van dos fotos separadas por 45 años de un mismo edificio situado a escasos 10 metros de la orilla del Mar Mediterráneo, donde paso mis vacaciones (figura 7). La erosión costera ha afectado un poco el perfil, pero el nivel del mar no parece haber aumentado de manera detectable. El mareógrafo local de Alicante II muestra un aumento del nivel del mar de unos 10 cm en 60 años o un milímetro y medio por año.

Figura 7. El aumento del nivel del mar, aunque medible, es insignificante a lo largo de la vida humana. El efecto de las mareas es mucho mayor.

A pesar de todas las afirmaciones continuas de que el cambio climático está haciendo que los eventos extremos sean más intensos y frecuentes, no hay datos que respalden esto, razón por la cual los datos nunca se presentan. Los informes del IPCC no concluyen que los eventos extremos estén empeorando, excepto las olas de calor, que dependen de la definición.

2022 ha sido un año muy tranquilo en cuanto a huracanes, continuando la tendencia a la baja desde mediados de la década de 1990 tanto en frecuencia como en energía (Figura 8).

Figura 8. Arriba, frecuencia de huracanes con vientos superiores a 63 nudos (curva superior) y superiores a 95 nudos (curva inferior) entre 1981-2022. Energía ciclónica acumulada inferior, global (curva superior) y del hemisferio norte (curva inferior) entre 1972 y 2022.

Ya he mencionado en ocasiones que en un mundo más cálido, el gradiente de temperatura entre el ecuador y los polos es menor, reduciendo la cantidad de energía a transportar y la intensidad de la circulación atmosférica, por lo que no debemos esperar que el calentamiento aumente la frecuencia de eventos extremos, al igual que no debemos esperar que el nivel de precipitación global disminuya.

Conclusión

2022 ha sido un buen año en términos climáticos, y también reafirma las tendencias positivas hacia una reducción en la intensidad del cambio climático en muchos de los principales indicadores: temperatura, extensión del hielo marino del Ártico, nivel del mar y fenómenos extremos. No nos dejemos engañar por los que se sostienen con nuestros impuestos. No tenemos nada que temer del cambio climático ahora o en el futuro previsible. Richard Feynman, uno de los mejores físicos del siglo XX, dijo en 1966 que “la ciencia es la creencia en la ignorancia de los expertos”, y Stuart Firestein nos enseña que la ignorancia es el combustible que hace avanzar a la ciencia. Aquellos que creen que saben lo que está mal con el clima, que se niegan a aceptar su ignorancia, no están haciendo avanzar la ciencia, sino que obstaculizan su progreso al ralentizarlo. No merecen llamarse científicos porque no sirven a la causa de la ciencia, que es aumentar el conocimiento. Sólo pretenden llenarse los bolsillos defendiendo una ortodoxia de claro interés político. Está claro por qué el panel climático se llama “intergubernamental”.

Editado por Andy May.

Conferencia de Andy May sobre el CO2 en el hotel Villa Flora de Hillegom (Holanda), el 20 de junio de 2023.

Enlace de CLINTEL en español

Alfredo Vílchez

Continuaremos con el tema