Estaba previsto que el 10 de noviembre de este año, 2024, se hiciera realidad un acuerdo entre la UE, España y el RU que podía modificar la obligación que hasta entonces tenía España de tratar a todos los ciudadanos no pertenecientes a la UE (incluidos los gibraltareños y británicos establecidos en Gibraltar) como nacionales de terceros países cumpliendo la normativa de control fronterizo del espacio Schengen, debiendo estos estar en posesión de pasaporte válido, y no permanecer en espacio Schengen más de 90 días, lo que era un problema porque muchos gibraltareños tienen una segunda vivienda en España.
Pero en el acuerdo figuraba que Gibraltar entraría en ese espacio de la mano de España, al no pertenecer el RU a la UE, y, por tanto, España se haría cargo de los controles de puerto y aeropuerto, cosa a lo que se negaban (y se siguen negando) las autoridades militares del Peñón.
El 5 de julio de 2024 se hizo cargo del gobierno británico el conservador Keir Starmer, y el día 11 se entrevista Albares con su nuevo homólogo británico David Lammy en la cumbre de la OTAN. Posteriormente Albares declaró que no podía prever la fecha exacta del acuerdo, pero que se han comprometido a lograrlo “lo más pronto posible, reanudando las conversaciones cuanto antes”. ¿Les suena este entrecomillado? Si algo ha sido permanente en relación con Gibraltar desde que la ONU se ocupó del tema ha sido esta frase o similares. Y se ha llegado con ella hasta 2024.
La posibilidad de este acuerdo y su contenido era tan imprecisa y evanescente que se prestaba a interpretaciones por parte de las respectivas policías de frontera.
De hecho, el inspector jefe de la policía española aseguraba que, a pesar de cuatro escritos (13, 20 y 27 de septiembre y 4 de octubre) a la Brigada Local de Extranjería y Fronteras “no se le había facilitado normativa alguna ni dado instrucciones al respecto, ni ha sido posible localizar amparo normativo”, con lo que se seguían aceptando las infracciones al espacio Schengen, dejando entrar en España a personas extracomunitarias, ingleses fundamentalmente (condición que Gibraltar “sugería” para no molestar por su parte a los trabajadores españoles que acceden al Peñón). A 26 de noviembre no había contestación de Interior a los escritos. Sólo la afirmación de palabra de que no hay problemas de seguridad y de que “España cumple la legislación”.
Entretanto llegaba o no llegaba el acuerdo sobre Gibraltar, el 3 de octubre el RU anunció que cedía a Mauricio la soberanía de las islas Chagos, aunque la base estadounidense de la isla de Diego García, de gran importancia estratégica para buques de guerra y aviones bombarderos de largo alcance (y, al decir de algunos, la base más secreta del mundo) seguirá perteneciendo a EE.UU.
El gobierno británico declaró que esto no debe interpretarse como un precedente, cosa que también se apresuró a afirmar Fabián Picardo, porque los nervios en Gibraltar estaban a flor de piel, y el 7 de octubre Picardo intervino ante la Asamblea General de las ONU negando la validez jurídica de las resoluciones de esa Asamblea que respaldaban y respaldan la soberanía española sobre el Peñón, declarando que Gibraltar no renunciará a su soberanía —¿qué soberanía? ¿de qué nación? soberanía británica, si acaso, pero nunca de la colonia. En el acuerdo no se habla de la soberanía de las islas Chagos, sino de Mauricio sobre ellas: traduzcámoslo al caso español—, indicando además que las autoridades españolas debían aceptar las propuestas del RU, porque esa soberanía “no es negociable”. Y están tan convencidos, que ya han conseguido que aparezca Gibraltar como nación en la lista que se abre en algunas aplicaciones de Internet.
El RU hace salvedad de esa soberanía a la citada base militar de Diego García, pero los expertos de la ONU dicen que “todos los chagosianos tienen derecho a regresar a vivir en las islas Chagos, incluso a Diego García”, y los indígenas de Gibraltar están en San Roque y en La Línea, no en el Peñón. Se comprende el nerviosismo de Picardo. Pero está claro que ni Estados Unidos va a renunciar a Diego García, aunque lo diga la ONU, ni el RU va a renunciar a la base militar de Gibraltar, por más que el Gobierno español diga que el acuerdo tiene que ser global, y no a la carta, sin que se seleccionen sólo los apartados del mismo que les son aceptables al RU y a Gibraltar.
No debían tener muy claro en la UE que se consiguiera aplicar el acuerdo, por la razón antes citada o por otra que ignoramos, ya que el 29 de octubre hicieron pública una declaración por la que explicaban que Francia, Alemania y los Países Bajos “aún no tenían lista la instalación de controles biométricos en sus puntos fronterizos”. Pero se deduce de la explicación que los demás sí, y por los demás aeropuertos también pueden entrar viajeros extracomunitarios, que podrían utilizar el acuerdo para darse un paseíto por Gibraltar.
Además, ni la UE ni los países citados fijaron una fecha para terminar los trabajos, cosa difícil de creer que ocurra en un país europeo (con la excepción de esta España nuestra, quizás), y mucho menos en tres al mismo tiempo.
Por todo ello, José Manuel Albares hablaba ya de que el acuerdo sería aplazado sin una fecha límite, lo que significaba que la verja seguiría separando un país comunitario de la colonia de otro exterior a la UE.
No había un plan alternativo del Gobierno respecto a Gibraltar, ni de la Junta de Andalucía respecto a la población del Campo de Gibraltar.
Y no sólo no había un plan alternativo, sino que se seguía sin poder controlar acciones ilegales. Un ejemplo: el 4 de noviembre de 2024, un día antes del plazo de aplicación del acuerdo con al UE, España intentaba poner coto a un fraude millonario en las importaciones de diesel, porque un entramado de sociedades gibraltareñas se embolsaban el IVA, y además proporcionaban combustible que no se ajusta a la normativa “bio” europea. Se estimaba que el fraude del IVA estaría próximo a los 1.200 millones de euros, y el del combustible ilegal en torno a los 600.
Al parecer esto era conocido desde hacía años por las petroleras e incluso por la Agencia Tributaria, pero sólo salió a la luz cuando se descubrió que el empresario Víctor de Aldama, el llamado “conseguidor de la trama Koldo”, era el gestor de uno de esos entramados, y conseguía, como otros, licencias del Estado para actuar de operador petrolero.
Quizá por ese contrabando petrolífero, el capitán del puerto de Gibraltar, John Ghio, ha sido nombrado miembro del Consejo Regional Europeo de la Asociación Internacional de la Industria de Combustibles Marinos.
Y España, a por setas, que el otoño es buena época, porque el 10 de noviembre nadie quiso hablar ya de acuerdo alguno.
Como han pensado —si es que han pensado— los últimos ministros de Exteriores españoles de diestra y siniestra, de lo que se trata es, al parecer, de marear cuantas perdices sean necesarias para que todo se queda como estaba…o como convenga a los intereses globalistas de alguien.
En ello está también la Nueva Comisión Europea, que se compromete a “continuar los esfuerzos” para sacar el problema de Gibraltar del punto muerto en que está.
También el Secretario de Estado del Foreing Office, Stepehn Doughty, en el consejo de ministros conjunto de los territorios británicos de Ultramar del 18 de noviembre, afirmaba su “compromiso inquebrantable”[1] con la autodeterminación de Gibraltar y las Malvinas, posiblemente como un mensaje tranquilizador por la cesión de las islas Chagos. Nuevas promesas, al tiempo que reconocimiento de que los famosos acuerdos que se debían haber puesto en vigor el 10 de noviembre y las excusas para no hacerlo, no eran más que una nueva cortina de humo para que nadie se diera cuenta de que no tenían un modo correcto de llevar a cabo una solución.
Quizá entendiendo que este “compromiso inquebrantable” del Foreing Office significaba la afirmación de una realidad: que el Reino Unido —y, por tanto, su colonia de Gibraltar— están fuera de la UE, la policía nacional española, el día 22 de noviembre, volvió a pedir el pasaporte a los gibraltareños para pasar por la verja, como ciudadanos no pertenecientes a la Unión que no tienen acceso al espacio Schengen.
“Promesas”, “esfuerzos por”, “necesidad de”, conflicto permanente. Algo de eso hemos visto a lo largo de los siglos XX y XXI.
Pero a 15 de diciembre de 2024 nada hay resuelto.
A modo de colofón, dos breves listas. La primera, para que quede claro que, dejando aparte el aspecto militar, la supervivencia de los llanitos depende de España. La segunda, para dejar también claro los inconvenientes que la existencia de Gibraltar supone para España.
España proporciona a Gibraltar:
1- Alimentos, porque no tienen capacidad de producción.
2- Agua potable, que se bombea desde España cuando les fallan las desaladoras, como ocurrió tras el incendio de una de ellas en 2022. Precisamente por ese incendio están tendiendo una gran tubería que quieren que llegue hasta territorio español. La razón aparente: otro posible incendio. La razón más probable: que con sus proyectos urbanísticos las desaladoras no tengan capacidad, y España deba ayudar “por razones humanitarias” para que no pasen sed.
3- Bienes de equipo, porque no tienen capacidad industrial.
4- Combustible de carga para aviones, porque no tienen camiones de carga, y proceden de la refinería de San Roque.
5- Electricidad, porque no producen suficiente
6- Líneas telefónicas. Recuérdese que en 2006 se le concedió prefijo telefónico y 60.000 líneas, además de reconocer los números de móvil de Gibraltar (pg. 202).
7- Campo de operaciones para sus 44.000 empresas
8- Segunda residencia (cuando no única, aunque estén empadronados en el Peñón) para gran parte de sus 35.000 habitantes. Por ejemplo, en la urbanización de lujo Sotogrande, perteneciente al municipio de San Roque, donde tienen casa Peter Caruana y Fabián Picardo.
9- Trabajadores, a los que no les sirve su trabajo para garantizarles una pensión de jubilación.
10- Áridos y material de canteras para su expansión por aguas territoriales españolas y para su desarrollo urbanístico.
11- Prestaciones de asistencia sanitaria. En diciembre de 2020, para paliar el impacto del Brexit, el Gobierno de España autorizó que los gibraltareños pudieran tener asistencia sanitaria gratuita en el Campo de Gibraltar. El estancamiento del acuerdo con la UE ha paralizado también esta prestación.
Problemas que Gibraltar causa a España:
1- Usurpación permanente de soberanía.
2- Parasitación del Campo de Gibraltar y de la Costa del Sol
3- Ventajas fiscales para empresas, inasumibles en territorio de la UE.
4-Penetración en las estructuras económicas españolas (inmobiliarias, empresariales, etc).
5-Subornidación económica de la comarca.
6-Facilidad para la evasión de capitales.
4- Contaminación de las aguas de la bahía y del Mediterráneo al no tener depuradora de aguas fecales ni grises (grises: procedentes de lavadoras, fregaderos, duchas o bañeras), ni procedimiento para eliminar vertidos más sólidos como compresas o toallitas.
5-Contaminación por vertidos peligrosos, como los del submarino Tyreles o los de los barcos hundidos, embarrancados o accidentados.
6-Contaminación atmosférica, porque, aunque en septiembre de 2019 se inauguró una nueva central eléctrica, que ahora era de gas licuado, hasta ese momento era de diesel. Fabián Picardo, al inaugurarla, dijo que durante un año de pruebas “se han consumido 15.000 toneladas de GNL (Gas Natural Licuado), lo que significa 9.000 toneladas de diésel que no han sido quemadas” y que esa central proporciona un 60% de la energía necesaria. Puede deducirse que, anteriormente, esas 9.000 toneladas anuales, más el 40% restante, producían emisiones contaminantes. ¡Y nosotros preocupados por el cochecillo de diésel!
6- Narcotráfico, contrabando y delincuencia.
7- Peligro nuclear.
8- Riesgos bélicos.
Gibraltar, a día de hoy, sigue siendo una justificación de 35.000 habitantes para una base militar, aunque tenga más de 44.000 empresas de régimen fiscal especial, más de 100 bancos internacionales y casas de apuestas, de todo lo cual está plenamente orgulloso Fabián Picardo, que no duda en afirmar que “hemos cambiado el tabaco, el contrabando y la piratería en el Mediterráneo por el juego Online”. Todo un reconocimiento de su ser profundo, poco compatible con una Europa regida por el Derecho.
En ese orgullo se olvidan de que una base militar rodeada por todo lo anterior, estratégicamente indispensable, y enfrentada a los tambores de guerra nuclear que suenan en estos tiempos finales de 2024, supone un objetivo fácilmente alcanzable y potencialmente muy peligroso para sus habitantes y para todos los del Campo de Gibraltar y zonas próximas.
Estos relatos contemporáneos, más de política que de historia, dejan en manos de los lectores la ampliación o corrección posterior de los datos reflejados.
Y para ello, terminemos invocando varias veces la rotunda frase, “Quousque tandem…”, ¡Hasta cuando…! con la que Cicerón dejó caer todo el peso de la ley sobre el traidor Catilina, que pretendía lograr el poder absoluto.
¡Hasta cuando el Ministerios del Interior y asociados seguirán desguazando a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado!
¡Hasta cuando el Ministerio de Defensa y asociados seguirán convirtiendo al Ejército y la Armada en poco más que una ONG con armas!
¡Hasta cuando la Presidencia del Gobierno y asociados seguirán desmantelando este país por su obsesiva búsqueda del poder absoluto y tiránico añadida a la obediencia globalista!
¡Hasta cuando la Corona será tan útil a España como el mascarón de proa a la defensa de un navío!
¡Hasta cuando los políticos de todo tipo seguirán siendo comparsas del engaño, y aspirando únicamente a sustituirse unos por otros en la misma línea de actuación!
¡Hasta cuando el pueblo español seguirá con los ojos cerrados permitiendo la destrucción de su presente, de su riqueza, de su historia y de su dignidad!
Otro pueblo español, el del siglo XVIII, con muchas menos posibilidades de cambiar su destino, ya respondió a esa exclamación desesperada:
Si el rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar sería de España,
que de los ingleses no”.
Realícense las necesarias actualizaciones.