En esta sociedad infantilizada, pueril, cándida, simple e inconsciente en que vivimos la gente se pirra por “socializar” poniendo a la menor un “me gusta” o el iconito de los dos dedos en uve sin pararse a pensar un momento. La cuestión, el anhelo, es sentirse arropado por el grupo o la opinión predominante, generalmente compuesta de irreflexivos como el que “socializa”, para creer que su vida tiene un sentido.
Lo de que el auténtico sentido de la vida lo dan las convicciones arraigadas, aunque sean minoritarias, no va con la mayoría.
Y ahí encaja la algarabía que se ha formado porque, según esa mayoría, Vox ha dicho que los españoles deben llevar armas.
Como siempre que el vocerío no deja espacio al pensamiento, no han entendido nada. Pero esta vez me alarma que, incluso opinantes y directores de programas habitualmente serios y ponderados, hayan entrado en la cantinela.
Para todos, “socializantes” y periodistas, es una tragedia que se produzcan robos y asaltos, generalmente en viviendas, con terror para sus habitantes, cuando no con daños físicos importantes, expolios exhaustivos e incluso secuestros de los llamados “expres”. Pero no se paran a pensar que, sí los asaltados tuvieran un arma, y, sobre todo, si los asaltantes supieran que puede tenerla y que la ley les apoya para defenderse en esas circunstancias, sin duda se lo pensarían dos veces, y el número de agresiones, asaltos, violaciones y robos disminuirían drásticamente.
No entro ya en el absurdo de la facilidad con la que los delincuentes entran y salen de las comisarías, sin que las sucesivas detenciones constituyan agravantes acumulados que aumenten las penas. Para eso también habría que modificar las leyes. Pero no me estoy refiriendo a ello en este momento.
Me quedo sólo en el temor que tiene cada ciudadano honrado –incluidos los irreflexivos “socializantes” si les toca- de que en ese asalto, coacción o agresión se va a romper su vida, porque, o se queda sin los frutos de su trabajo e incluso sufre graves daños en su integridad, o se defiende y es el juez el que corta su vida haciéndole reo de delito con penas que a los delincuentes le darían igual, porque ese es su quehacer, pero al sencillo ciudadano que sobrevive y cuida de su familia le deshacen su existencia y su esperanza en la ley.
A eso es a lo que se refiere Vox cuando dice que hay que cambiar la legislación de manera que se establezca claramente el derecho a la legítima defensa sin consecuencias.
Pero no. El grito ante todo. El comentario escandalizado por delante. Aunque en ese grito y comentario esté precisamente la prueba de la inconsistencia del argumento. Porque, en cuanto he oído por la radio, visto en la televisión o leído en los periódicos, ante la palabra arma no reaccionan más que pensando en “pistola”.
Un arma es una escopeta que ya tengo, con permiso para cazar. Un arma también un sable que tengo en casa si soy militar o coleccionista. Un arma es un bastón. Un arma es un cuchillo de cocina. E incluso un arma son mis manos si, como ocurrió hace tiempo con el familiar de un joyero, soy cinturón negro de kárate.
Recientemente le ha ocurrido a un anciano tinerfeño de 80 años que, ante el asalto de su casa y amenaza de brutal apaleo a él y a su mujer, disparó y mató al asaltante, por lo que le condenaron a 3 años de prisión y 20.000 euros de indemnización.
En este caso el daño lo hizo el juez al hacerle pasar por el calvario judicial, y el robo lo hizo el jurado, al privarle de esa cantidad de dinero del que sin duda no estaría muy sobrado, dada su edad. Sin duda que, si esos jóvenes asaltantes hubieran sabido que era posible tener algún arma y defenderse legalmente, ni siquiera habrían intentado el asalto, con lo que uno de ellos estaría vivo y el anciano seguiría su vida normal.
La cuestión no es, pues, el arma, sino que la ley no permite defenderse sin acusar luego de causar heridas y estragos al hacerlo, e incluso, para mayor ignominia, aceptando la denuncia por daños de los agresores, a los que no les salió bien el asalto porque existió defensa.
Si todo eso es extrema derecha…………
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