Me ha llegado una nota de X en la que dicen que un imán británico de origen iraní llamado Anjem Choudary se le ha ocurrido deponer (RAE-1: declarar. RAE-2-defecar. Usted elige) que las procesiones de Semana Santa en España son una ofensa al Islám, que van a denunciar a España ante el Tribunal de Estrasburgo por un ataque a la libertad religiosa y por ofensa a su religión. (pulsando en la imagen de la derecha, se amplía)

Leída la ocurrencia, me inclino más por la segunda acepción del término “deponer” de la RAE, porque en cuanto a un musulmán, sea imán o cualquier otra cosa, le facilitan la oportunidad de hablar ante sus correligionarios, le entran retortijones de estómago si no se expresa exaltadamente para demostrar que es más musulmán que nadie, y va y depone.

Recuerdo el caso de un inocente empresario, creo que de Murcia o por aquella zona, que se le ocurrió pedirle permiso a un imancito de la zona para poner a su establecimiento hotelero el nombre de “La Mezquita”. Apareció en el local el citado, para inspeccionarlo y decidir si le “otorgaba” su permiso, rodeado de una turba de acólitos que se extendieron por la zona, y que se esforzaban por ser más santos que los demás llamando la atención del magnético sobre los detalles que ellos creían que podían ser ofensivos.

Siempre ocurre igual. Grupo de musulmanes con posibilidad de publicidad, preeminencia de exaltados que quieren mostrar “urbi et orbi” que son los más fervientes creyentes.

Por ello, olvidemos la deposición religiosa de Choudary, y fíjémonos en otras cosas que también dice.

Una de ellas, que los musulmanes viven en la clandestinidad. No parece que sea así por las deposiciones municipales que favorecen y apoyan el Ramadán en muchos sitios de España.

Otra es la afirmación de que ya hay 1,8 millones de musulmanes en este país, con lo que uno piensa: ¿quién los ha dejado entrar? ¿todos están cívicamente controlados como los españolitos? ¿de qué viven si la mayoría no trabaja? y, sobre todo, ¿por qué siguen aquí para ser ofendidos por tradiciones centenarias de los indígenas?.

Una tercera es la afirmación, desgraciadamente más realista, de que en unos años el Islám será la religión principal de Europa, declaración que, inserta en una protesta reivindicativa como esta deposición de Choudary, significa bien claramente que, cuando sean mayoría, prohibirán todo aquello que les ofenda, es decir, lo de las religiones de los demás.

Y con ello llegamos a la segunda parte del título de este artículo, porque ninguna de las tres premisas expuestas hubiera sido posible sin la estupidez, necedad, memez, sandez, idiotez o simpleza bobalicona de los seguidores de la ideología radical woke-progresista que los considera portadores de paz, les pone una manta sobre los hombros y les da dinero gratis para mantener su vida de feligreses imantados sin tener que trabajar.

No se dan cuenta estos woke-progresistas de que cada cesión buenista a los de la «religión de la paz» traerá nuevas exigencias. Cuando llegue el momento de lapidar a las adúlteras ya será tarde, y posiblemente los elegetebianos vean con horror las grúas donde, siguiendo al Islám, posiblemente los cuelguen.

Dice el refrán que de los avisados salen los escarmentados. Puede que sea así, pero la última experiencia fue demasiado larga: ochocientos años.